jueves, 21 de octubre de 2010

Siempre en movimiento


Hay una frase de Heráclito que a veces se cita con la traducción: "lo único constante es el cambio", y Simplicio de Cilicia la resume en "ta panta rhei" o "todo fluye".

Todo cuanto sucede a nuestro alrededor y en nuestro interior se está moviendo. Todo se mueve de un punto en el espacio a otro y de un momento en el tiempo al siguiente. No hemos terminado de percibirlo cuando una parte se ha quedado atrás y otra nueva parte nos espera.

Más allá de lo que podemos percibir con nuestros sentidos, en la escala astronómica las estrellas, las galaxias y el universo entero se mueve continuamente; y en la escala microscópica las células, las moléculas, y el tejido cuántico se mueven también. Aunque todo ello escapa del mundo que vivimos día a día, a menos que seamos astrónomos, físicos o biólogos.

En nuestro andar diario el movimiento se percibe en distintas escalas y ámbitos. Percibimos el movimiento del sol y el movimiento de una mosca. Percibimos el transcurso de un viaje en metro y el transcurso de un ciclo escolar. Percibimos la trayectoria de una pelota y también la trayectoria de una conversación. Quizás por nuestras limitaciones tridimensionales no percibamos el flujo de todo cuanto ocurre y nos esforcemos por capturar instantes que nos ayuden a darle sentido a la realidad. Quizás por eso tendemos a abrazar la estabilidad, aquello que es constante, aquello que nos permite poner una etiqueta a algo y mantener el futuro en un rango cómodamente predecible. Pero no podemos ignorar que todo cambia. Lo que es ahora, no es siempre.

Pocas cosas disfruto más que contemplar justo eso: el movimiento. Lo contemplo como concepto abstracto pero también aplicado a la historia, a la biología, a la evolución, a la economía, a la política... y a las personas.

Me preguntabas en el último post (hace casi 9 meses!), sobre cómo reacciono cuando me topo con personas apáticas. Yo no creo que pueda ponérsele una etiqueta así a una persona, porque soy consciente de la fluidez de sus circunstancias y cómo éstas afectan su actitud y su estado de ánimo. Mi reacción, lejos de emitir un juicio, es tratar de encontrar la cadena de causas de esa apatía, y buscar el detonante específico para esa persona hacia la simpatía.

Creo que no se puede poner a una persona una etiqueta por un instante o una situación. Todos somos apáticos en algún momento, así como también todos pasamos por momentos de alegría, enojo, miedo, pereza, tristeza... que no definen quienes somos. Lo que somos es seres en constante movimiento, con instantes buenos y malos, algunos con más impacto que otros.

¿No te pasa que lees algo que escribiste hace mucho tiempo, o te ves en una foto o en un video, y piensas que esa persona no eres tú? Seguramente si viéramos nuestro futuro (o uno de nuestros posibles futuros) tampoco nos reconoceríamos. Estamos limitados al aquí y al ahora. Pero no podemos ignorar que una colección de instantes (aquís y ahoras) nos trajeron al presente y tomará una colección de instantes llevarnos a donde queremos. Podemos darnos el lujo de un instante o dos de apatía, mientras en la mayoría de ellos (sobre todo los críticos) tengamos la fortaleza, la pasión y la perseverancia para llegar a donde nos propongamos.

Me gusta pensar que tenemos libertad en pequeñas dosis. Nuestra libertad se concentra en lo que hacemos en este instante. Aunque, como si fuera un lego de instantes, para construir cosas grandes necesitamos orientar cada pequeño instante hacia un plan, porque si no podemos terminar con una estructura alejada de la gran construcción que soñamos.

Usando esta metáfora, ¿qué construcción soñabas lograr con la colección de instantes de tu vida cuando eras niña y cómo ha ido cambiando conforme has avanzado en edad? ¿si tuvieras que encontrar una estructura de lego que representara la colección de instantes de tu vida, cómo sería?

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